Décadas de deforestación y ganadería extensiva poco controlada en Isla Mocha han causado estragos en el ecosistema local, generando escasez hídrica durante el verano y una disminución progresiva de la cantidad de pasto disponible para alimentación del ganado. Esto amenaza la economía local, la seguridad alimentaria de los habitantes y les expone a una serie de crisis socioambientales derivadas de su exposición a fenómenos propios de la crisis climática.
Es dentro de este contexto que comenzamos en Fundación Regenerativa hace dos años a trabajar con la comunidad local de Isla Mocha para generar acciones de regeneración ecosistémica para aumentar su resiliencia ante los efectos de la crisis climática.
Como parte de nuestros esfuerzos, el último mes, las mochanas Cristina Sandoval (55) y Liliana “Pilar” Ortiz (53) se convirtieron en las primeras habitantes en aplicar técnicas de manejo holístico de Ganado. De ser exitosa, esta metodología tiene el potencial de regenerar rápidamente el paisaje de la isla cuyo degradado estado del suelo pone en riesgo la práctica ganadera, principal actividad económica local, e impacta su biodiversidad.
Durante las últimas semanas de noviembre y primeras de diciembre estuvimos trabajando junto con Efecto Manada, el Hub chileno del Savory Institute con las dos ganaderas para generar planificaciones de pastoreo para la temporada Diciembre – Marzo, indicadores de salud de sus praderas y entrega y capacitación en el uso de cercos eléctricos móviles.
Así Cristina y Pilar se convirtieron en las pioneras locales de este tipo de manejo, transformando sus campos en predios demostrativos, donde se generarán actividades educativas de promoción de estas prácticas para inspirar al resto de los ganaderos de la isla.
“La idea es poder darle otra visión a la ganadería. Esta es una manera de prolongar la vida útil de la tierra y del planeta. Si seguimos con la forma actual de producir, tendremos peor nuestro ganado y dañando nuestra tierra, nuestras agua y eso va a significar el fin de la ganadería acá en la Mocha. La Ganadería Regenerativa es algo más amable, no es crianza intensiva sino algo holístico con otra visión de la naturaleza.” - Cristina Sandoval . Pionera local en Ganadería Regenerativa.
La Isla Mocha se caracteriza por poseer uno de los últimos bosques de tipo Selva Valdiviana prístinos en Chile, pero cuya aislación y características biofísicas le hacen ser único en su tipo, generando un alto nivel de endemismo. La Fardela Blanca, ave en peligro de extinción, solo anida aquí y en Isla Juan Fernández.
Alrededor del denso bosque, aproximadamente 1000Ha fueron deforestadas para generar praderas que hoy sufren de un crítico estado de “sobrepastoreo”. Este concepto alude al fenómeno provocado por el pastoreo constante del ganado en la misma superficie, sin permitir los periodos adecuados de descanso para el correcto desarrollo de las especies herbarias. Esto genera el debilitamiento y potencial muerte de las plantas, vida del suelo y atrofia la capacidad del terreno para retener el agua lluvia. De la misma forma, el poco control y la constante predilección de los animales por los pastos más palatables les permite seleccionar constantemente los brotes de sus plantas favoritas, permitiendo la proliferación de especies contextualmente indeseables como los Cardos y Junquillos.
Siguiendo los planteamientos desarrollados por el sudafricano Allan Savory hace más de 30 años, la Ganadería Regenerativa genera un movimiento del ganado que imita la forma en que los herbívoros pastan en contextos naturales: moviéndose en manadas de alta densidad. Esto potencia la relación coevolutiva entre el ganado, el pasto y el suelo, lo que genera un incremento en índices de biodiversidad, nutrientes, capacidad de retención de agua y captura de carbono.
Ahora con el pastoreo planificado en curso, comienza una etapa de monitoreo a distancia y en Marzo volveremos a la isla para planificar la siguiente temporada. Así, si todo funciona bien, esperamos en un año empezar a ver los primeros resultados de este manejo que se verá reflejado en mayor cantidad de pasto, mayor biodiversidad y un suelo vivo, entre otros atributos que reflejan este proceso regenerativo.
En palabras de Marco Águila, Co-coordinador del proyecto:
“La primera vez que llegué a la Isla en el verano del año 2007, además, de su imponente masa boscosa que cubre toda la zona montañosa de la Isla, me llamó la atención la gran franja de pastizales entre el bosque y la playa.
En aquella época, el ganado estaba de manera más o menos ordenada en potreros y los caballos eran el único medio de transporte, por lo que se mantenía bien cuidado y en los potreros cercanos a la casa para poder montarlos rápido o atarles un carretón con el cual los mochanos recorrían la Isla. También recuerdo que me recomendaron ir a los pastizales cercanos a la entrada norte de la reserva, ya que ahí se podían ver las luciérnagas.
Desde entonces han pasado 15 años y la Isla ha ido cambiando rápidamente, tal vez ya venía en un deterioro progresivo que en esa época no fui capaz de percibir. Hoy los pastizales donde se encontraban las luciérnagas ya no crecen del tamaño necesario para que sea su refugio y poco queda de estos peculiares insectos, las praderas verdes cada vez se van deteriorando más al igual que sus chorrillos.
Tal vez al ojo del turista no se note la degradación de esta zona entre el bosque y la playa, pero hay pequeños detalles que se pueden notar, no sólo en esta Isla sino que en cualquier parte donde uno se encuentre con una pradera, algunos son: hojas de los pastos pequeñas, en particular la de los tréboles es notorio las que generalmente podrían alcanzar el tamaño de un dedo gordo en esta zona, acá no llegan a crecer más que la punta del dedo meñique; la altura de los pastos en esta zona degradada no sobrepasa el tobillo y con mucho esfuerzo llega un poco más bajo que la rodilla, siendo que en zonas con descanso correcto uno puede perderse entre el pastizal estando de pie. Otro signo es que ya en varios sectores se ve suelo descubierto y pequeños pastos arrancados de raíz sobre el suelo que parece como si el suelo y pastizal tuviera pecas blancas sobre él. Todos estos signos, que año tras año se han ido manifestando e intensificando, ha tomado tan solo una década aproximadamente.
¿Qué ha pasado estas últimas décadas en la Isla? Han habido múltiples cambios, como el deterioro de cercos, llegada de vehículos, llegada de la electricidad, migración de los jóvenes al continente, pérdida de actividades comunitarias, el transporte regular para trasladar ganado y generar comercio dejó de funcionar hace más de 2 décadas, disminución y cambio en el régimen de precipitaciones, y los mochanos nos relatan que también la unidad familiar cambió, centrándose en el núcleo familiar, disminuyendo las labores compartidas, y tantas otras cosas que tal vez aún no nos enteramos o pasan desapercibidas.
Si bien lo que vemos hoy pareciese ser sólo un tema de mala planificación de pastoreo, en realidad es más la consecuencia de múltiples factores socio-ambiental-cultural-económicos que generan las condiciones para la degradación de los ciclos naturales, pero a su vez nos muestra que somos partes de estos ciclos y debemos regenerarlos a través de nuevas interacciones. Tal vez nunca sepamos cuáles son todas las causas que provocaron la degradación, pero sí podemos impulsar relaciones adaptativas que vuelvan a potenciar la resiliencia de los habitantes de la Mocha.”
Escrito por: Javiera Pérez R.
Javiera Pérez R. es parte del equipo de Regenerativa desde 2018. De profesión es socióloga y de alma es guardiana de bosques. Puedes encontrarla viajando por el sur de Chile retratando paisajes con su cámara análoga.
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