Experiencia en el Curso de Agricultura Sintrópica en Puerto Varas
Terminada la presentación del último grupo de trabajo, se escucharon los aplausos de los compañerxs, que acompañaban la sensación de cierre, de que los tres días de curso se habían acabado. Antes del final, Namasté, con su característico español con acento portugués, nos pide que nos abracemos, que nos despidamos de cada quien con un abrazo. Ese encuentro, daba lugar a una mirada en la que se reconocían dos personas con sueños propios que se encontraron en el amor por la naturaleza, que invitaba a preguntar las últimas cosas, de dónde era que venías, me repites tu nombre que se me olvidó, conozco a tal persona que vive en tu zona, o simplemente una cariñosa sonrisa y un hasta pronto, que ya nos volveremos a encontrar cuando tenga que ser.
La oxitocina es una hormona exclusiva de los mamíferos que es sintetizada en el hipotálamo y liberada por la glándula pituitaria, allí en la base de nuestro cerebro. Es una molécula curiosa que tiene características sociales complejas. Actúa en el sistema nervioso central como neurotransmisor, modulando conductas como la afiliación, la reproducción y el cuidado de las crías. Así, esos últimos abrazos coronaron una experiencia inolvidable que recordaremos por algún tiempo y que sin lugar a dudas tuvo, en más de un momento, esa curiosa oxitocina fluyendo en nuestras venas. ¿Qué y cómo ocurrió eso? Te lo cuento a continuación.
Entre el 7 y el 22 de diciembre de 2022 se llevó a cabo la Gira de Agricultura Sintrópica 2022 en Chile, que contó con la participación de Namasté Messerschmidt - experto internacional de agricultura sintrópica y parte de la organización Agroflorestando Ao Pé da Planta - con la consigna de “aprender a regenerar el suelo, equilibrar el ecosistema y alcanzar la soberanía alimentaria”. Esto fue posible gracias al esfuerzo organizativo de Regenerativa, Centro de Estudios Agua Tierra, Fundación Legado Chile y Yo Regenero, quienes planificaron una gira que consistió de dos seminarios presenciales, conversatorios, visitas técnicas y consultorías, y dos cursos intensivos, uno en la Región Metropolitana y otro en la Región de Los Lagos. Tuve la suerte y privilegio de asistir al segundo curso, que se desarrolló en la comuna de Puerto Varas, y ahora te sigo contando mi experiencia.
En la zona rural de Puertos Varas, en las cercanías del Río Maullín, el Bosque Escuela FEHN fue el lugar elegido para la intervención que traería consigo el curso, durante el 16, 17 y 18 de diciembre de 2022. Allí sucedería la magia a través del establecimiento de un sistema agroforestal con foco en frutales, en coherencia con la visión de la agricultura sintrópica que nos transmitiría Namasté - discípulo de Ernst Gotsch, creador de la Agricultura Sintrópica - desde sus más de 20 años de experiencia creando sistemas alineados con la naturaleza en Brasil y más de 11 países.
Día 1: conocernos, Sistemas Agroforestales Sintrópicos (SAFS) y preparación de suelo
El grupo fue convocado en un espacio situado a un par de cientos de metros del Bosque Escuela, donde Gonzalo Nuñez nos prestó su espacio y participó activamente de la logística en terreno. Ese salón fue el punto de encuentro, donde nos conocimos y la zona de referencia durante todo el curso. Durante esa primera mañana nos encontramos con el equipo organizador y con Namasté, con quien comenzamos a generar dinámicas de presentaciones en pareja y establecer acuerdos de trabajo. Una vez acordadas esas cosas esenciales, salimos a la pradera, a pasos del bosque, para tener una hermosa sesión de clases sobre la introducción a los Sistemas Agroforestales Sintrópicos (SAFS), la sucesión ecológica y los centros de origen y estratificación de la vegetación. Esto dio lugar para adentrarnos al bosque a mirar su composición y suelo.
Luego de un rico almuerzo bajo los árboles, a orillas del Río Maullín, a un costado de un hermoso pozón donde algunos pasaron el calor, nos dirigimos al lugar a intervenir. Allí, Namasté nos explicó aspectos de la preparación del suelo, para luego ponernos manos a la obra. Pasamos toda esa tarde haciendo las camas de cultivo y los pasillos, en un suelo de pradera que había sido previamente removido; en equipos trasladando compost y materia orgánica en camionetas, y recogiendo ramas de madera caídas en el bosque. Al final del día, teníamos un lugar casi listo para comenzar a plantar. Pero, ¿Qué vamos a plantar?
Día 2: diseño e implementación del sistema
El segundo día comienza cuando nos reunimos a recordar el primero. Así, en círculo, jugamos a “entonces”, que nos invitaba individualmente a revivir un pedacito de la historia de lo que habíamos aprendido el día anterior, terminando la oración con la palabra “entonces…”, así dando paso a que el siguiente continuara el relato. Luego, herramientas en mano, volvimos a nuestra faena.
Terminamos de poner troncos en los caminos faltantes, en modo de atraer seres del reino fungi a esa preciosa materia orgánica llena de lignina. Alistamos los últimos detalles para luego comenzar a plantar. Decidimos hacer una pausa del trabajo en terreno, para pasar al salón y revisar la experiencia de Namasté en la creación de diferentes sistemas en Brasil, dándonos una idea de cómo se ven, cómo evolucionan, el manejo que requieren y el fundamental rol de las personas y la comunidad. Inesperado e inspirador fue entender el rol de las tribus del Amazonas en hacer agricultura de la selva, en un equilibrio y colaboración constante que logra acelerar ciertos procesos naturales del ecosistema. Allí nos comenzamos a percatar de que “el futuro es ancestral”.
Luego de un rico almuerzo, nuevamente a orillas del río, volvimos a tomar los azadones, palas y machetes, esta vez con plantas y semillas que el equipo organizador ya había preparado. Antes de enterrar la pala, Namasté nos explicaba la importancia de la materia orgánica, que proporciona estructura, nutrición, aislación térmica y retención de humedad; y el rol fundamental de la poda en todo eso y el trabajo humano en el sistema. El suelo descubierto es como una herida abierta, la materia orgánica es su parche. En medida que el sistema se desarrolla, va generando su propia materia orgánica, la cual de la mano de la poda, va generando las condiciones para el establecimiento de plantas más exigentes.
Después, con muchas ganas de aplicar esos saberes y meter las manos en la tierra, llegaba el momento de decidir cómo sería el diseño del sistema. Debía considerar la estratificación de las especies en relación a su necesidad de luz y la planificación de la generación de materia orgánica del sistema. Estaría destinado a ser un centro demostrativo en cuya mantención pudieran participar niños y niñas; tendría foco en frutales, que convivirían con hortalizas y con líneas de acumulación de biomasa. Sin más, nos organizamos para plantar y sembrar.
Día 3: manejo, sincronización y cierre
Ya nos conocíamos y nos echabamos de menos. Por instantes, daba la sensación de que la nueva normalidad de nuestras vidas era ser parte de ese colectivo, preparando la tierra, plantando, cultivando. El último día comienza con un nuevo recuento del día anterior para luego visitar nuestro sistema a medio terminar. Ese día, muchos y muchas trajeron lo mejor de su arsenal de semillas y plantines para compartir y ofrecer al sistema e intercambiar, en una bella dinámica de compartir. Terminamos de ajustar, plantar, sembrar, cubrir con materia orgánica; regamos y arreglamos cercos para, después pasar a despedirnos de nuestro sistema agroforestal, que ya había nacido y que tomaría su curso propio de la manos de quienes lo manejaran. Con algo de tristeza de dejar el lugar donde, con cariño, ayudamos a la naturaleza a crear algo hermoso y vivo, partimos a la orilla del río para almorzar y realizar unas actividades de cierre.
Una vez el estómago estuvo satisfecho, Namasté nos daba instrucciones para dividirnos en cuatro grupos. Cada uno tendría la tarea de resumir una parte clave del curso: preparación del suelo, planificación, plantación y mantención. Luego de que cada grupo, a su manera, resumiera lo que había aprendido, lo presentó a los demás. Esto dió lugar a que muchos pudiéramos aclarar cosas, decantar otras, comprender puntos de vista diferentes de un mismo aspecto. Una vez terminado este espacio, pasamos a una dinámica muy significativa, donde se nos pidió agruparnos con las personas con las que compartimos menos durante el resto del curso. En esos nuevos grupos, escribiríamos las cosas que, a raíz del curso, dejamos en el pasado, lo nuevo y lo que nos prepara el f(r)uturo. A medida que los grupos iban pasando adelante a contarnos “lo que se llevan del curso”, nos dábamos cuenta de lo diversos, ricos, profundos y abundantes que fueron los frutos que cosechamos del curso.
Hace un rato ya que comenzaba a manifestarse en el ambiente una sensación de despedida, de cierre, pero también del inicio de la materialización de muchas ideas, sueños y proyectos, ahora con el apoyo del colectivo, ese grupo que nos dimos cuenta éramos diferentes pero, en el fondo, queríamos cosas parecidas. Cuando pensamos que ya venían los aplausos finales y mirarnos con los más conocidos y decirnos “nos vemos por ahí”, Namasté nos pide ir a abrazar a los demás, a cada uno. Fue lindo e inesperado. Duró varios minutos; al fin y al cabo éramos cerca de 40 personas que confiamos en la invitación, en la organización, en Namasté y en todos y todas quienes hicieron esto posible. Cristalizamos lazos, conectamos miradas, estrechamos manos, acercamos nuestros cuerpos. Sentimos una vez más esa oxitocina fluyendo. Comenzamos a crear una comunidad de práctica en torno a la agricultura sintrópica, un espacio invisible pero que nos une, una oportunidad para servir a la naturaleza con la esperanza de que haciendo eso todo irá bien.
Escrito por: Camilo Bastías
Camilo Bastías es un admirador y aprendiz de la naturaleza que no deja de ser sorprendido por el reino fungi y que ama la cocina. Es parte de Regenerativa desde el año 2015 donde ha estado involucrado en proyectos sobre cambio climático, políticas públicas y gestión de la sustentabildiad. Sus intereses lo han llevado a involucrarse en nuevas formas de hacer agricultura, restaurar nuestros ecosistemas y relacionarnos con nuestros alimentos.
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