A inicios de año en el mes de febrero, las zonas de Valparaíso y Viña del Mar, sufrieron un incendio forestal que, en palabras del Presidente Gabriel Boric, es el más grande de su historia reciente. El inicio de los incendios forestales, en general, recae en la acción humana. Así lo afirman los datos de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) de Chile, indicando que el 99.7% de los incendios, se inician ya sea por descuidos o negligencias en la manipulación de fuentes de calor, por quemas agrícolas o forestales, o por intencionalidad, la cual puede tener motivaciones incluso delictivas.
Efectos de los incendios forestales
Los incendios forestales no sólo afectan a la vegetación, también tienen un gran impacto en el suelo. Algunos efectos importantes a tener en cuenta son:
La quema de materia orgánica disminuye los nutrientes disponibles para nuestras plantas, afectando la fertilidad del suelo.
Liberación de CO2eq a la atmósfera, contribuyendo al cambio climático y acentuando la crisis climática que repercute en la climatología local
El calor intenso puede compactar el suelo, dificultando la infiltración de agua y la aireación, elementos esenciales para la vida del suelo y nuestras plantas.
Sin vegetación que lo proteja, el suelo se vuelve vulnerable a la erosión causada por la lluvia y el viento, poniendo en riesgo su estabilidad y fertilidad.
Los incendios pueden destruir la capa permeable y los agregados del suelo, lo que afecta su capacidad para retener agua y nutrientes.
La falta de vegetación aumenta el riesgo de deslizamientos de tierra durante lluvias intensas, poniendo en peligro nuestras comunidades y ecosistemas.
La falta de vegetación, dejando el suelo descubierto y restos de vegetación quemada propicia un aumento y absorción de temperatura del suelo, generando la muerte de microorganismos y condiciones desfavorables para la germinación de semillas.
Un impacto en la relación entre la diversidad biológica y cultural, en donde producto de los efectos de los incendios forestales; la vida natural, el conocimiento y prácticas ecológicas locales, se ven altamente afectadas; sobre todo, aquellas comunidades que aún mantienen una relación estrecha con los ciclos de la naturaleza.
Según el Informe “Incendios en Chile: causas, impactos y resiliencia” del Center for Climate and Resilience Research (2020), un 50% de la superficie quemada como consecuencia de megaincendios entre 1985 y 2018, estaba cubierta por plantaciones forestales en monocultivo de especies introducidas, principalmente de Pinus radiata (Pino) y Eucalyptus spp. (Euca). En tanto, bosque nativo, matorral y pastizal se vieron afectados en un 20%, 17% y 8%, respectivamente. Respecto al tipo de cobertura de suelo, el riesgo de incendios se concentra en mayor proporción en los paisajes dominados por plantaciones forestales y, en menor grado, en aquellos dominados por bosque nativo. Cuando la proporción de bosque nativo es menor a un 50% en el paisaje, se observa una mayor ocurrencia de incendios. Sin embargo, a mayor cobertura de bosque nativo el riesgo disminuye. Las pérdidas de plantaciones forestales debido a los incendios siempre han sido mayores a las pérdidas de otros usos del suelo (entre 1988 y 2018) y se han triplicado en la última década con respecto a décadas anteriores. Esto, probablemente, se debe a las condiciones de sequía y altas temperaturas que ha experimentado la zona centro-sur del país en los últimos años.
La restauración planificada del bosque nativo a nivel de paisaje de cuenca, la adecuada gestión e incentivo a alternativas a la quemas de materia orgánica agrícola y forestal, y la generación de mosaicos de paisaje heterogéneos, donde se intercalan diferentes usos del suelo, plantaciones mixtas (nativo productivo) y corredores biológicos de bosques nativos, protección de quebradas generando la protección de fajas de vegetación nativa en las riveras de los ríos, serán herramientas fundamentales, que hoy no son ampliamente implementadas, para disminuir la probabilidad de ocurrencia de megaincendios en el futuro.
La ocurrencia de incendios y su capacidad de propagación está mediada no sólo por las fuentes de ignición y condiciones climáticas, sino también por el tipo, cantidad e inflamabilidad del material combustible y su distribución en el paisaje. El cambio de uso del suelo y su cobertura pueden alterar significativamente la retención de agua en los suelos, en el ambiente y con ello, alterar el régimen de incendios localmente. Los bosques son imprescindibles para el habitar de diversas especies en el planeta, incluyendo al ser humano. Por ello, su presencia genera lugares más habitables y aumenta el índice de bienestar humano.
Métodos para la prevención de incendios forestales desde la cultura de la regeneración
La prevención de incendios puede ser abordada de diferentes maneras. Una mirada regenerativa aborda esta amenaza desde la prevención mediante el cuidado del suelo y los ecosistemas y también la planificación y diseño predial. Esto se traduce en acciones tales como:
Fomentar paisajes que permitan la generación de suelo vivo, retención de agua y paisajes heterogéneos imitando la naturaleza de acuerdo a las ecorregiones existentes.
Potenciar, proteger y planificar para mantener zonas que permitan limitar o ralentizar el avance del fuego como “cortafuegos naturales”: ríos, lagos, bofedales, vegas, humedales urbanos, algún tipo de humedal en general, quebradas, cabeceras de cuenca y zonas de infiltración de agua (piedmont), terrenos con poca carga de materia orgánica (por ejemplo, laderas exposición norte, terrenos con escaso o ningún tipo de vegetación o los ríos), o aprovechar la infraestructura urbana (o gris) para complementar la retención del avance de incendios (las carreteras, líneas de transmisión, tranques, parques recreacionales, normativas que regulen las plantaciones cercanas a zonas urbanas y bosques nativos, generando paisajes de transición, etc).
Hace casi un año, el fuego consumió miles de hectáreas en la comuna de Santa Juana, región del Biobío, arrasando con vidas humanas, casas y vegetación. El 71% del territorio de la comuna quedó reducido a cenizas y hoy, mientras avanza la reconstrucción, las altas temperaturas hacen temer por nuevos incendios forestales. En ese contexto, la iniciativa Buena Cabra, desarrollada por Rocío Cruces y Víctor Faúndez, surge como una poderosa y eficiente herramienta ecológica para prevenir la propagación de incendios forestales. “Es una iniciativa, un emprendimiento que promueve la prevención ecológica de incendios a través del uso de pastoreo estratégico del rebaño de cabras”, sostiene su cofundadora.
La elección de este tipo de animales obedece a que, gracias a su anatomía y fisiología digestiva (tienen 4 estómagos), las cabras poseen una dieta muy variada y comen sin problemas la zarza y otros matorrales espinosos que son abundantes en esa zona de la región del Biobío. “La historia empieza en 2016, cuando nosotros comenzamos con el proyecto ‘Bosques del Chacay’, aquí en la comuna de Santa Juana, en la Región del Biobío. A poco andar, nosotros nos vimos amenazados por un incendio en el verano del 2017. No llegó a nuestro sector, pero sí la amenaza y la vulnerabilidad. Ahí comenzamos a investigar qué podíamos hacer para prevenir y proteger nuestro proyecto de conservación. Encontramos que en diversos países del mundo, se desarrollaba pastoreo estratégico para la prevención de incendios. Introdujimos entonces un pequeño rebaño de cabras y aprendimos la metodología, seleccionando cierto terreno, generando un ciclo de entrada y salida de las cabras por estos puntos del parque. Temporada tras temporada, fuimos agrandando el rebaño, viendo como se comportaba la vegetación en convivencia con los herbívoros. En 2023, nos vimos enfrentados a un incendio real. Un mega incendio que arrasó con el 70% de la comuna donde vivimos; sin embargo, pudimos comprobar la efectividad de la metodología y vimos como nuestro parque frenó el incendio” continúa Rocío Cruces.
Otra herramienta para prevenir incendios es el modelado, es decir, la simulación numérica de los incendios para comprender y predecir su comportamiento. También puede ayudar a proteger los ecosistemas, espejos de agua y la calidad del aire. Intenta reproducir el comportamiento del fuego y estimar los efectos sobre la ecología y la hidrología, el consumo de combustible, la mortalidad de los árboles y la cantidad y tasa de humo producido. Un ejemplo de la aplicación lo presenta la organización Fire2A (https://fire2a.com/), quienes indican ser “un equipo dedicado a encontrar soluciones científicas y tecnológicas para mitigar los efectos de los incendios forestales”. Sus soluciones implican el desarrollo de metodologías novedosas mediante la integración de diversas herramientas matemáticas y tecnológicas, entre las que se encuentra el modelado. El objetivo de estas herramientas es demostrar que la gestión adecuada de los combustibles forestales puede crear eficazmente paisajes resistentes al fuego y al mismo tiempo, minimizar las posibles emisiones de carbono, proteger la biodiversidad de la vida silvestre y garantizar la seguridad de las comunidades humanas.
Regeneración post incendios
Una mayor cantidad de incendios genera una fuente importante de emisiones de carbono que contribuye al calentamiento global, como así también a la pérdida de bosques y de la diversidad biológica que en ellos habita. Lo ocurrido en Chile demuestra, una vez más, la necesidad de tomar medidas en pos de evitar que nuestro planeta continúe calentándose, como así también medidas de adaptación y mitigación que permitan evitar tragedias que se cobran centenas de vidas.
La intensificación de las crisis ambientales y climáticas en Chile requieren priorización de leyes y políticas que contribuyan no solo a reducir el riesgo, sino también a acompañar a las comunidades locales en la preparación, mitigación y respuesta a estas crisis. Nuestro compromiso con la regeneración de los ecosistemas desempeñan un papel vital en esta tarea.
Desde Regenerativa, expresamos nuestra solidaridad con las y los habitantes de estas regiones afectadas por los recientes incendios forestales. Nos duele profundamente el impacto devastador que han tenido en nuestras comunidades, como también en los ecosistemas de esos territorios, hogar de diversa flora, fauna y funga nativa.
Estamos comprometidos y comprometidas en buscar formas de apoyo, desde nuestro quehacer, a las comunidades locales, organizaciones territoriales e individuos que se movilizan en tiempos de crisis, como también en el proceso de reconstrucción y regeneración de comunidades y ecosistemas afectados. La restauración de los hábitats degradados, la reforestación de áreas deforestadas y la protección y aumento de la biodiversidad, contribuyen a mitigar los efectos del cambio climático y fortalecer la resiliencia de los ecosistemas y las comunidades frente a futuros eventos extremos.
La mirada regenerativa en los territorios que han sido afectados por los incendios, nos permite el replantear un habitar de estos espacios considerando los procesos y ciclos de la naturaleza y que esta información sea un insumo para generar paisajes acordes a las ecorregiones y/o bioclimas correspondientes. En el caso de Bosques de Chacay, el sistema de vida utiliza elementos e interacciones de la naturaleza para permitir un lugar habitable por humanos y generar actividades productivas para los mismos. Los sistemas productivos que se centran en mantener el suelo vivo, comprenden que hay ciclos para que la actividad humana logre entrar dentro de esta relación humano-naturaleza. En los sistema de vida urbanizados, de monocultivo (cualquiera que sea), industrializados, etc., los ciclos se cortan y sólo se extrae elementos de la naturaleza rompiendo reglas básicas para que el sistema de vida pueda mantenerse en esos lugares.
Como sabemos la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma y si a esa transformación, le agregamos que la desplazamos hacia otras áreas geográficas, nos genera una descompensación de los ciclos naturales locales y por ende globales. Esto ha terminado generando una crisis climática, ambiental, social y económica mundial. Las acciones post incendio, nos podrían permitir romper estas lógicas y reestablecer paisajes de retención de agua, suelos vivos, parámetros de humedad ambiental, temperaturas locales, espacios y distribución de habitantes, adecuando viviendas a condiciones locales y geográficas; restaurando dinámicas y ciclos naturales que permitan regenerar la vegetación en alguno de los estados de la sucesión ecológica y permita el cohabitar para nuestros sistemas de vida.